EDUARDO BERTI
La maquina de escribir caracteres chinos
Tusquets

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789876704724

Personas en bicicleta que cargan objetos insólitos, vendedores de brochettes de insectos, laberintos de centros comerciales, autopistas atestadas y el hallazgo, en un mercado, de una vieja e incomprensible máquina de escrbir caracteres chinos son algunas de las escenas que presentan la vida cotidiana de la China actual y que unen, de manera casi mágica, una sociedad moderna en plena transformación (la llamada potencia del futuro) con las tradiciones más ancestrales o misteriosas. Eduardo Berti viajó tres veces a China. Vivió algunos meses en Xian y en Pekin junto con su mujer e hijo. Fue extranjero y casi invisible. Como un niño que se asoma al mundo, con una mezcla de extrañamiento y desprejuicio, Berti escribe y describe en estas páginas un Oriente cercano y lejano al mismo tiempo. Y nos recuerda que viajamos, entre diversas razones, para mantener viva la sorpresa, para no olvidar la abundancia del mundo y la variedad del hombre; para vivir esa clase de experiencias que también solemos buscar en los libros, en la ficción.

La maquina de escribir caracteres chinos

$21.600
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Personas en bicicleta que cargan objetos insólitos, vendedores de brochettes de insectos, laberintos de centros comerciales, autopistas atestadas y el hallazgo, en un mercado, de una vieja e incomprensible máquina de escrbir caracteres chinos son algunas de las escenas que presentan la vida cotidiana de la China actual y que unen, de manera casi mágica, una sociedad moderna en plena transformación (la llamada potencia del futuro) con las tradiciones más ancestrales o misteriosas. Eduardo Berti viajó tres veces a China. Vivió algunos meses en Xian y en Pekin junto con su mujer e hijo. Fue extranjero y casi invisible. Como un niño que se asoma al mundo, con una mezcla de extrañamiento y desprejuicio, Berti escribe y describe en estas páginas un Oriente cercano y lejano al mismo tiempo. Y nos recuerda que viajamos, entre diversas razones, para mantener viva la sorpresa, para no olvidar la abundancia del mundo y la variedad del hombre; para vivir esa clase de experiencias que también solemos buscar en los libros, en la ficción.